Tener carácter

Tener carácter

Los cristianos, en su mayoría, quieren ser muy bendecidos, tener grandes conquistas, “¡ser lo más!”; pero deberían preguntarse íntimamente: “¿Qué es lo que Dios quiere de mí?” Sí, pues quieren vencer y ser muy usados por Él; sin embargo, ¿será que es eso lo que Dios quiere de cada uno de nosotros? ¿Usted sabe cuál es el objetivo de Dios en su vida?
En verdad, amigo lector, Dios sólo quiere que tengamos un carácter semejante al de Él. En vez de preocuparnos en querer conquistar, cuidemos nuestro carácter.
De repente, usted está preocupado en mostrar su talento, en crecer, en ser alguien en medio de la multitud; pero no es eso lo que Dios quiere. Él quiere que usted tenga carácter, porque si lo tuviera, entonces su talento se multiplicaría naturalmente. Si usted asume una postura delante de Dios, con carácter, si vive aquello que cree, entonces el Espíritu Santo lo busca adonde se encuentre para bendecirlo.
Cuando Jesús mandó a Sus discípulos a predicar el Evangelio, curando a los enfermos y liberando a los oprimidos, vea lo que sucedió: “Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:17-20).
Mantener nuestro nombre escrito en los cielos es realmente difícil, porque vivimos en un mundo de prostitución, materialista... Las personas ven un automóvil en la televisión, por ejemplo; anuncios de esto y de aquello, y se quedan embriagadas con las ofertas del mundo, y ahí el objetivo de ellas deja de ser ganar almas y servir a Dios para ir hacia la conquista de aquel automóvil, de aquella casa, etc. El pensamiento de la persona de ganar almas para Jesús, hacer la voluntad de Él, aquel primer amor, todo desaparece.
La fascinación del mundo, el deseo de tener eso y aquello saca de foco su objetivo. Ella trabaja, lucha y hasta conquista la casa, el auto, pero luego acaba cayendo en la fe, porque cayó en las trampas del diablo, que le mostró la gloria de este mundo. Para que usted conquiste, para ser una persona bendecida, en sentido general, tiene que preocuparse con su corazón 24 horas al día.
Tiene que cuidar de sí, de su fe. Está escrito: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22-23). En otras palabras, ellos solo usan el nombre de Jesús para sus intentos personales.
Ése es el tipo de carácter que Jesús apunta en la iglesia de Sardis: “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios” (Apocalipsis 3:1-2).
Muchos que un día tuvieron el título de pastores, diáconos, miembros, obreros y hasta obispos, fueron llamados, mas no fueron los escogidos por Dios.¿Y por qué acaban corrompiéndose? ¿Por qué cayeron en adulterio, robo o tuvieron una conducta diferente de la conducta cristiana? Por el bien de la verdad, antes mismo de que esa persona robara, cometiera adulterio o practicara propiamente el pecado, su corazón ya estaba manchado.
Aquel que un día estuvo en la luz y se corrompió con robo, o aceptó sobornos y se involucró en prácticas ilícitas, su corazón fue robado por el diablo.Ahora bien, amigo lector, ¿usted quiere ser usado por Dios o desea ser una figura importante para el Señor Jesús? Entonces usted debe cuidar bien lo que tiene, guardando su buen depósito, conforme dice el apóstol Pablo: “Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos” (1 Timoteo 1:19).
No piense que por el hecho de levantar a un paralítico, mandar al demonio afuera o estar mucho tiempo en la iglesia, Dios va a pasar la mano por encima de sus pecados. ¡No, de ningún modo! Nada justifica el error. Nosotros tenemos la obligación de cuidar de nuestro buen depósito, el tesoro que Dios colocó dentro de nuestro corazón, que es nuestra salvación.Que Dios bendiga a todos abundantemente.
Obispo Edir Macedo

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