“¡Sacrificar o no!” – es la cuarta decisión para aquellos que quieren ver su mayor sueño realizado, haciendo así que las otras tres decisiones – oír l

“¡Sacrificar o no!” – es la cuarta decisión para aquellos que quieren ver su mayor sueño realizado, haciendo así que las otras tres decisiones – oír la voz de Dios, hacer todo y definir – se hagan evidentes, verdaderas en la vida de aquellos que dicen creer en Dios.

“Aconteció que después de estas cosas, Dios probó a Abraham, y le dijo: ¡Abraham! Y él respondió: Heme aquí” (Génesis 22.1).

La primera cosa que nos llama la atención es la afirmación – “estas cosas” –, ¿a cuántas cosas usted ya ha asistido? ¿Cuántas cosas usted ya hizo para intentar resolver su caso imposible? Cuando un padre prueba a un hijo, un maestro prueba a su alumno, cuando se prueba a alguien, ¡es porque se quiere confiar a este alguien algo mayor! ¿Cuando es que una Universidad puede entregar un diploma al estudiante? Después de haberse sometido a varias pruebas y haber sido aprobado.

Así también es con Dios, Él sólo puede confiarle todas sus bendiciones, después de ver la materialización de su fe en su Palabra, cuando usted sea probado y Aprobado. Dios nos prueba para que Le demostremos donde está nuestro corazón, nuestra Fe, nuestra confianza, nuestra esperanza… Cuando Dios llama a alguien para probarle lo hace de forma individual, entre esa persona y Dios, y Él no obliga a nada. Él llama, Abraham…María…Manuel y depende de cada uno responder o no: “¡Heme aquí!”.

¿Que es lo que está faltando en su vida? ¿Es algo que puede ser resuelto por el gobierno? Entonces, busque la solución en el gobierno. ¿Lo que le está faltando puede ser resuelto por su familia? Entonces, busque en la familia la solución a su problema. ¿Lo qué usted necesita para tener una vida completa puede ser completada por los abogados? ¿Por los médicos? ¿Por los diplomas? Entonces, busque en esos lugares pero no acepte vivir una vida incompleta. Pero si usted dice: “¡No! Lo que falta en mi vida nadie puede completarlo, tan sólo Dios”. Entonces, dé oídos a la voz de Dios.

“Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22.2)

¿Cual fue la respuesta de Abraham? ¿Heme aquí!?. ¡No! ¡Pues él ya lo había dicho cuando Dios lo llamó! Ahora, era el momento de actuar, no de hablar. Para que su caso imposible o su mayor sueño sean realizados usted no puede tan solo hablar, usted tiene que “actuar”. Está bien claro en este pasaje que, por Abraham haber dicho: “Heme aquí”, Dios le probó en su fe, pidiéndole su único hijo. Este es el verdadero sacrificio que produce dolor y es este, sólo este, es el que produce resultados.

“Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su asno y tomó con él a dos de sus mozos y a su hijo Isaac; y partió leña para el holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho” (Génesis 22.3) ¡Vea que Él hizo todo! Así, cuando Dios revela a la persona lo que ella tiene que hacer, ella no se lo dice a nadie y ni se queda esperando por nadie, ella simplemente ¡ACTUA!

Nota: Dios no podría haber pedido a Isaac en sacrificio allí en aquel lugar, en aquella hora. Sí lo hubiera hecho allí sería algo muy fácil, pues podría, movido por una emoción, haberlo hecho. Pero Dios le dio exactamente tres días, para que no hubiera allí ninguna emoción. Con seguridad, durante aquellos 3 días, Abraham escuchó muchas voces, pero sólo dio oídos a la Voz de Dios, hizo todo y definió lo que quería, que era agradar a Dios.

Todo porque prefirió sacrificar su sueño por el sueño de Dios. El juramento de Dios es una vida completa, no es una bendición aquí, un milagro allí. El juramento de Dios es lo máximo de su Palabra, por lo cual, en los días de hoy, tenemos el derecho del cumplimiento de todas sus promesas en nuestra vida. La realización del caso imposible o del mayor sueño sólo es posible a través del sacrificio. Esta es la cuarta decisión: ¡La de sacrificar o no!